El peso hacia abajo, hacia adentro

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Noche que te vas, dame la mano (Candaya, 2018, Avinyonet del Penedès) de Mario de los Santos narra una historia a cuatro voces cuyos fragmentos se van uniendo en una novela que profundiza sobre las necesidades del ser humano, la soledad, la muerte y el afecto hacia algunas de las canciones de Los Suaves hilvanando esta obra cuaternaria. En el texto de los Santos presenta la premisa de unos crímenes en un convento de monjas de la Orden Montepluciana que atrae la ambición de empresarios que quieren reconvertir el edificio en un complejo hotelero. Bajo esta superficie, fluyen los miedos y esperanzas perdidas de las voces narrativas que cargan con una mochila a sus espaldas repleta de arrepentimientos y deseos incumplidos.

Hay muchos tipos de cárceles. Penitenciarías, centros religiosos de clausura, palacios de riqueza y los barrotes en los que nos encerramos para aislarnos del mundo. Estas reclusiones al ser voluntarias surgen como castigo autoimpuesto por haber cometido un acto imperdonable o ser acusado de ello. Los personajes que articulan la narración de este escrito viven recluidos en alguno de estos confinamientos. A pesar de su papel en los asesinatos de monjas, la resolución de la investigación policial es irrisoria en esta obra debido a la introspección de los cuatro narradores que aún sufren por lo que pudo haber sido y nunca será.

De los cuatro personajes que mantienen esa lucha interior, la que protagoniza la parte 1 de la novela titulada Si te atreves a nacer es una joven religiosa que, para recaudar fondos que salven el convento, se masturba delante de una cámara web para una página de internet donde las personas que quieren ver el este espectáculo sexual tienen que pagar dinero para ello. La recolecta de estos pagos financia el recinto religioso en el que esta chica y alguna hermana suya más reside bajo la amenaza de cierre para recalificar el edificio, construyendo un complejo hotelero en su lugar. Probablemente, la fragilidad emocional de la muchacha, debido a la pérdida de un ser querido, la aboca a explotar su cuerpo para el deleite y beneficio de otros. Entre sesión y sesión rememora su pasado y algunos temas de Los Suaves.

La otra mujer que aporta una perspectiva diferente al caso policial que merodea por la trama la conocemos en la parte 3 Por una vez en la vida. Ella posee todas las riquezas que su marido le puede conseguir con dinero y poder. A priori, no carece de nada a excepción de sentirse amada y respetada. Durante el transcurso de los crímenes de las religiosas adopta la máxima del carpe diem, ya que su vida se consume igual que las chispas de un cable de dinamita. La valentía del moribundo la lleva a escuchar las piezas musicales de la misma banda que la monja a la vez que cumple todos los deseos que puede.

Si bien la mitad de la novela es narrada por mujeres que se evaden del pasado viviendo experiencias presentes intensas, las otras dos partes del texto las explican dos hombres atormentados, un desempleado que contacta con una periodista y un policía que se enamora de una mujer a la que acosaba en el instituto. Ambos, al igual que la monja y la esposa del empresario, se cobijan en las sintonías de Los Suaves para evadirse de errores del pasado que reflotan a la superficie en el transcurso de su intervención en la investigación policial de los asesinatos de las monjas de la Orden Montepluciana. Mientras realizan averiguaciones sobre estos feminicidios la obra nos introduce bajo la piel de estos tipos torturados con la misma crudeza que en las otras dos voces narrativas, alcanzando a tocar los acordes de sus lamentos. En este sentido, el autor ha sabido hilvanar con destreza el presente narrativo de un caso criminal donde se involucra la religión, la sed de poder y el sexo con recuerdos de los cuatro pilares de esta narración y, todo ello, sazonado con un cancionero de Los Suaves cuyos versos, y los de un poema de Alejandra Pizarnik, dan título a esta novela.

Noche que te vas, dame la mano no es una historia policial ni erótica ni religiosa ni moralizante. Es la construcción detallista y cruda del mundo interior donde habitan las voces narrativas que, en ocasiones, siguen al pie de la letra el verso que da nombre a esta novela.

Fuente de las imágenes: Candaya.

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