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Etiquetas sexuales

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sxEn la especie humana, el macho se aparea con la hembra para que la especie perdure. Asimismo, el hombre alimenta a la mujer mientras esta cuida felizmente de su progenie por los siglos de los siglos. Afortunadamente, estos dos aforismos están en ruinas. El hombre y la mujer pueden copular con una gran variedad de seres humanos según sus gustos. En este sentido, hay dos grupos sexuales opuestos entre sí. Por un lado, los heterosexuales mantienen relaciones intimas con personas del sexo opuesto. Es decir, hombres con mujeres. En principio, ellos viven felices en su trono de poder, ya que la ciencia y la religión los ha situado en él. Asimismo, tienen el favor de la sociedad. Así pues, un heterosexual se siente fino y seguro con su identidad sexual. Por otro lado, las personas que no copulan con el sexo opuesto forman parte del subalterno sexual también conocido como homosexual. Bajo esta etiqueta se incluyen identidades sexuales como gais, lesbianas, transexuales, bisexuales, intersexuales, pederastas, pedófilos, zoofílicos, fitofílicos, etc.

¿Realmente es así? No. Ser identificado como heterosexual no garantiza el éxito en ningún ámbito. Probablemente, esta inseguridad milenaria originó los métodos de seducción que siguen en pie hoy en día. Un ejemplo es el de los tipos duros. Según la lengua popular, una mujer se derrite ante machos varoniles, bebedores de cerveza y malas personas. Este tópico se derrumba por sí solo. Si el ideal heterosexual femenino, fuesen los maltratadores jamás ingresaría en el grupo de los heterosexuales masculinos. En el polo opuesto, se encuentran los caballeros. Tradicionalmente, se ha creído que una mujer necesita ser rescatada por un príncipe de brillante armadura. Es decir, un hombre educado, cortés y caballeroso. ¿Y si un hombre se siente disfrazado asimilando estos dos prototipos? En ese caso, la sabia lengua popular dictamina que nunca encontrará con quien aparearse. En conjunto, todos estos consejos orales son máscaras aceptadas por la sociedad. Su funcionalidad es tan relativa como el relativismo einsteniano.

Si un hombre heterosexual quiere hacer funcionar una relación, debe fomentar: confianza, respeto, sexo complaciente y fidelidad. A priori, estos serian los ingredientes de una relación heterosexual sólida. No obstante, este método como los anteriores tambalea debido a la biodiversidad existente entre los heterosexuales. Fijar cómo seducir al otro es contraproducente. Su único resultado es una intensa jaqueca. ¿Sucede lo mismo con los hombres afeminados? Se dan patrones similares en todo el mundo sin importar su identidad sexual o de género. No obstante, el membrete “hombre afeminado” es una etiqueta compleja. En principio, es un eufemismo para indicar que un hombre heterosexual es gay. Si activamos nuestro radar homosexual, podremos descubrir rasgos homosexuales en un ser humano y catalogarlo como tal. Es un método infalible. Aun así, cientos de hombres actúan como deberían comportarse las mujeres sin ser homosexuales. ¿Nuestro radar está estropeado? Siempre lo ha estado. Lee el resto de esta entrada

Identidad

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people2¿Una identidad se hace o se nace? Se está construyendo como todas las identidades. Por tanto, uno no nace con la misma configuración en el disco duro que cuando muere. A lo largo de la vida el ser humano se hace muchas preguntas. Entre ellas destacan las siguientes: ¿Cómo me siento conmigo mismo? ¿Qué quiero ser de mayor? ¿Seré quién quiero ser sin dejar de ser yo mismo? ¿Quién soy? E aquí el quid de la cuestión. Ser o no ser ya no es la cuestión a resolver. Ni siquiera es lapidaria la afirmación cartesiana de que la existencia se debe a la capacidad de pensar. La identidad es un devenir que moldea al individuo durante toda su vida.

¿Qué factores influyen en la identidad? En teoría, habría factores externos e internos al individuo que lo modificarán de un modo u otro. En primer lugar, el entorno donde se desarrolle un sujeto moldea su identidad. Así pues, los binomios rico – pobre, blanco – negro, hombre – mujer, joven – anciano, etc. conducen la identidad de un individuo hacia un camino u otro. Otro rasgo que modula la identidad son los colectivos que frecuente una persona: estudiantes, trabajadores, emos, góticos, músicos, bohemios, geeks, otakus, deportistas, religiosos, etc. Todos estos grupos podrían interconectarse en la vida de un ser humano. Asimismo, perfilarían la manera de ser de una persona y la identidad que se esté construyendo.

¿Los sucesos traumáticos también perfoman tu identidad? En efecto. Un caso interesante es el de Edmond Dantés en El conde de Montecristo (1844 – 1845) de Alejandro Dumas padre. Partiendo de la adaptación para televisión llevada a cabo por Josée Dayan (1998), destaca las mutaciones de Dantés. Él es encerrado en prisión por un crimen que no cometió. Milagrosamente, logra escapar y encontrar el tesoro escondido del abate Faria. Gracias al oro, su identidad será alterada radicalmente. Él ya no usará nunca más el nombre de Edmond Dantés. Ahora será conocido y temido como el conde de Montecristo. Asimismo, este personaje se disfrazará de banquero Lord Wilmore y del religioso Padre Busoni. Por ello, un solo hombre se hará pasar por tres individuos distintos. ¿Los personajes creados por Dantés se diferencian de él mismo? No porque cada uno de ellos es una extensión de ciertas características de Dantés. Lo mismo sucede con las personas de carne y hueso. Lee el resto de esta entrada

Traduciendo la traducción

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translationLo  primero que cabe preguntarse es ¿qué entendemos por traducción? Hablar de traducción incluye la traslación, la interpretación y la reescritura. En castellano el verbo traducir es definido por el DRAE como Expresar en una lengua lo que está escrito o se ha expresado antes en otra. En cambio, en inglés translate también tiene la acepción de traslación. Lo interesante de este hecho es que el mismo concepto expresa realidades paralelas. Así pues, al traducir translate del inglés al español encontramos dos posibles caminos. Por tanto, un traductor al trasladar conceptos de una lengua a otra se encuentra con términos, conceptos e ideas que poseen más de un significado. Por ello, el proceso de traducción es una selección de lo traducido. A su vez, elegir una palabra u otra determina que el mensaje del escrito traducido sea uno u otro.

En el marco de la Literatura Comparada, es interesante el artículo «La Literatura Comparada y la traducción» de André Lefevere. A grandes rasgos, el autor esboza la relación existente entre la traducción y la Literatura Comparada. En mi opinión, este texto desarrolla tres ideas que ayudan a comprender el ejercicio de la traducción. Estas son: interpretar, moldear y reescribir. ¿Qué peso tiene la interpretación de un texto? Según quien la sostenga y desde donde la proponga, tendrá un peso u otro. Tradicionalmente, la crítica literaria ha interpretado textos juzgándolos de deleznables, exquisitos o fieles al estilo de tal autor. Estas y otras valoraciones las podría defender un traductor. Sin embargo, la palabra del crítico es sagrada. Por ello, el papel de los traductores es poco conocido.

Por ejemplo, Manuel de Pedrolo es conocido por escribir Mecanoscrit del segon origen (Edicions 62, 1974). En cambio, no lo es por traducir The Room (1957) de Harold Pinter. ¿Por qué sucede esto en una sociedad donde la mayoría de lecturas consumidas son traducciones? La respuesta puede encontrarse en el Romanticismo. Normalmente, se idolatra la figura de un escritor, puesto que posee el genio creativo para concebir textos. Por su parte, el traductor re-crea y moldea textos ya existentes. Para ello, debe conocer la lengua traducida y trasladar las expresiones de un idioma a otro con cierto genio poético. En este sentido, escribir y traducir no es tan diferente. Toda práctica de escritura es, a su vez, un ejercicio de traducción y a la inversa. En otras palabras, cuando un escritor busca sinónimos interpreta el significado de una palabra. Por su parte, un traductor también se basa en esta herramienta para trasladar conceptos de un lenguaje a otro. Lee el resto de esta entrada

El subalterno colonizado

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Barcelona_-_Colom_estatuaUn individuo es un coctel de rasgos que lo convierten en sujeto dominador o dominado. Por un lado, el ser hombre-blanco-heterosexual-occidental-colonizador suele ser algo positivo y poderoso. En cambio, el ser una mujer-negra-homosexual-oriental-colonizada suele estar cargado de connotaciones negativas y de sumisión. Así pues, esta jerarquía es una imposición social impartida por los dominadores. Ellos construyen una imagen del otro para autodefinirse y diferenciarse. Nadie les ha preguntado a los sujetos mujer-negra-homosexual-oriental-colonizada si se sienten así. Asimismo, los rasgos mencionados sobre dominador y dominado pueden intercambiarse entre sí. Es decir, en “hombre-blanco-heterosexual-occidental-colonizador” cada una de las piezas que lo componen puede cambiarse por su opuesto. Asimismo, según el valor que le dé la sociedad, ser colonizador puede ser negativo y ser colonizado positivo.

¿Quién colonizó a quien? Según la Historia, el caso más paradigmático es el que se inició en 1492 cuando Cristóbal Colón empezó a invadir el continente americano. Allí vivían mayas, incas, aztecas y otros pueblos mal llamados “pre-colombinos”. Tras el desembarco de los españoles, los hijos del Nuevo Mundo se convirtieron en subalternos colonizados. Al menos, los que no fueron masacrados en nombre de la fe cristiana. A raíz de esta incursión occidental, este territorio empezó a transformarse en lo que actualmente se conoce como Hispanoamérica. Cinco centurias llenas de sangre, oro, guerra y revoluciones han moldeado a los habitantes de Latinoamérica. A grandes rasgos, el subalterno colonizado ha asimilado las costumbres de los invasores para sobrevivir. A su vez, empezó a luchar contra el yugo que le oprimía consiguiendo la independencia de algunos territorios. Por tanto, si un sujeto subalterno se revela ante su amo, ¿cómo reinventa su identidad subalterna? Lee el resto de esta entrada

Género, tema y mito

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4Un texto nace, se cataloga, se reproduce y duerme. En este ciclo de vida textual, el género cobra especial importancia ya que es una etiqueta dada a un escrito. A su vez, un género genera subgéneros que se multiplican entre sí formando una red genérica. Este mismo proceso se da en otros ámbitos. ¿A qué se debe esta gestación de géneros? Probablemente, responda a la necesidad del ser humano de nombrar lo que le rodea. En este sentido, todo texto contiene unos rasgos que lo acercan a un determinado género. Por ejemplo, si en un escrito aparece un vaquero, indios y una puesta de sol nos encontramos ante un western. No importa si en la historia aparecen alienígenas como en Cowboy & Aliens (John Favreau, DreamWorks, 2011) o si el protagonista es un caza-recompensas espacial como en Cowboy Bebop (Cain Kuga, Kadokawa Shōten, 1997 –1998). En ambos casos, ¿seguimos hablando del género western? Sí.

Sin embargo, el filme y el anime citados deambulan por géneros como la ciencia ficción, el género de aventuras y el romance amoroso. Por tanto, un texto o un producto cultural no está restringido a un solo género. Así pues, las fronteras entre los géneros son porosas. Aun así, se suele etiquetar un texto bajo un género concreto. Esta selección es posible que se deba a una estrategia de márquetin por parte de las empresas. Por ejemplo, los discos de Estopa se suelen encontrar en la estantería de pop-rock nacional. Si escuchamos a estos músicos, sabremos que sus canciones no pertenecen a este género musical. No obstante, se les catalogan como tal. Por ello, cada uno debe preguntarse delante de un texto si pertenece al género donde lo han encasillado.

¿Existe una jerarquía entre los géneros? No porque los géneros se interconectan entre sí. Normalmente, la poesía está contenida dentro del género literario. No obstante, un poema puede convertirse en canción o estar incluido en un relato no poético. En cuanto a la primera posibilidad, es interesante el caso de «Palabras para Julia» de José Agustín Goytisolo, ya que ha sido musicalizado por cantantes tan distintos como Paco Ibáñez o Muchachito Bombo Infierno. Por tanto, esta poesía salta entre géneros, lo cual demuestra la porosidad entre ellos. En cuanto al segundo supuesto, Don Quijote de la Mancha (Miguel de Cervantes, 1605) está lleno de coexistencia entre textos líricos y novelescos. Lee el resto de esta entrada

Constelación de textos

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IntertextualityLa intertextualidad es un concepto que acuñó Julia Kristeva en Semiotique (1969). Este término trata sobre la relación de un texto con otros textos. De este modo, se crea una constelación intertextual de textos. Esta red textual está abierta a albergar tantos intertextos como interpretaciones se le pueda dar a un texto. Es decir, el número de intertextos de un escrito no es inamovible ni en el espacio, ni en el tiempo. A su vez, una persona puede leer el mismo texto en su juventud y en su madurez. No obstante, los intertextos que habiten en la mente del lector serán diferentes en ambas épocas. Por tanto, un texto es el mismo desde el día en que se escribe hasta que se deja de leer. En cambio, la red intertextual genera relaciones atemporales entre textos de dentro del texto y de fuera.

A modo de ejemplo, cabe destacar el poema «Los juguetes» de José Emilio Pacheco. Cuando se creó este texto el lector de la época tendría como intertexto la imagen de sus juguetes abandonados. En cambio, en 2010 surgió otra relación intertextual de este poema. Esta es la película de Toy Story 3 (Walt Disney Pictures, 2010) donde el protagonista se deshace de sus juguetes. Así pues, el abandono de los juguetes de nuestra infancia sería un intertexto situado dentro del propio texto. Por su parte, el filme de Pixar es un intertexto concebido fuera del texto. Aun así, ambas relaciones textuales forman parte de la constelación intertextual de «Los juguetes». Por ello, el sentido del texto puede cambiar según los intertextos que se entrecrucen en él. Lee el resto de esta entrada