Memorias de marinos

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47577528El niño que soñaba con navegar, surcó los océanos a bordo de barcos, se maravilló de su pueblo natal durante la infancia y su hogar de origen le volvió a sorprender como adulto. Así vivió el protagonista de Las inquietudes de Shanti Andía (Biblioteca Renacimiento, Madrid, 1911) de Pío Baroja que relata desde la madurez sus anhelos juveniles, las metas que consiguió y sus desamores, todo ello, sazonado con la brisa marina que le acompaña siempre. Shanti Andía cuenta los hechos más significativos que ha experimentado en los que el mar ha formado parte de una forma u otra. A través de las siete partes que conforman el libro, la voz narrativa de Shanti se alterna con la de Itchaso, la del médico viejo de Lúzaro y la de Juan Aguirre, tío de Shandi, que desvelan fragmentos del pasado de Juan Aguirre a quien Shanti quería tomar como modelo de hombre de mar cuando era pequeño. Al estar atravesando constantemente los mares, la obra presenta de forma detallada los quehaceres de la gente de mar así como los tipos de embarcaciones que usan, lo cual demuestra un gran dominio por parte del autor de vocabulario náutico.

Antes de la llegada de los barcos de vapor, en Lúzaro, un pueblo del litoral vascuence, un joven que mira al mar se fascina al oír las historias de marineros y piratas que su abuela le cuenta, las cuales infundirán en él el deseo de querer emulas a sus héroes cuando sea mayor. Shanti Andía en el ‘Libro primero’, tras haber oído mil historias sobre bravos lobos de mar, criaturas marinas y campañas de piratería, emprende su primera hazaña como marino junto a sus amigos de infancia inspeccionando los restos del Stella Maris, goleta que naufragó a las afueras de donde era oriundo Shandi, que estaba medio hundido en las aguas próximas a Lúzaro. La aventura que supuso para el chico desembarcar en este navío destartalado y la posterior intrusión en la gruta de Izarra servirán al personaje para dejar de lado las historias que le contaban para vivir él una. A partir de este acto de iniciación, el chico estudiará náutica en San Fernando y zarpará por el océano en varios barcos a lo largo de su vida como se refleja en el ‘Libro segundo’ y, en menor medida, en el resto de la obra.

Las largas travesías de Shanti en alta mar provocan que cuando regresa a tierra perciba con mayor fuerza el paso del tiempo en la región en la que vive así como en sus paisanos. El marinero percibe con asombro la perspectiva que tiene de su hogar cuando es adulto que destaca por saborear los pequeños detalles del puerto, de Lúzaro y de la naturaleza que lo rodea, contrastando con la imagen que tenía de niño que se acercaba más a un pueblo lleno de leyendas y parajes donde podían aparecer seres extraordinarios en cualquier momento. En cuanto a las personas, Shanti siente el peso de los años con la partida de algunos amigos y conocidos, ya sea porque han fallecido o porque se han mudado a otro sitio. A pesar de su amor por la navegación, los cambios que nota cuando regresa a casa, tras largos años surcando las olas del mundo, ocasionan que sus estancias en tierra sean más prolongadas. Gracias a estos períodos de reposo, conocerá algunos secretos que rodean a la figura de su tío Juan de Aguirre de quien se cuentan mil historias.

Una parte del misterio que rodea a este viejo bucanero se desvelará a partir del testimonio del marino Itchaso, del médico viejo de Lúzaro y del propio Juan que arrojarán un poco de luz a la enigmática figura del tío de Shandi. Tío y sobrino viajaron en varios navíos por los océanos del mundo aunque cada uno tomó un camino distinto en la profesión. Shanti se embarcó en navíos cuyas prácticas cumplían la ley mientras que Juan pasó por tripulaciones de dudosa reputación. Esta oposición en el rumbo que toman ambos personajes enriquece la obra, ya que se ofrece, de este modo, un panorama más amplio de los recorridos que puede tomar un hombre de mar. Ambas maneras de vivir son vistas con nostalgia por el narrador que recuerda la emoción de viajar en barcos de vela donde la destreza de las personas manejando velas, remos o timones hacía más salvaje la navegación que en el presente de la historia está ligada al vapor.

En Las inquietudes de Shanti Andía, Pío Baroja arma una oda al mar a través de las memorias de un personaje que ha dedicado su vida a él, cumpliendo su sueño de infancia de surcar las olas a bordo de embarcaciones maravillosas. Asimismo, la figura de Juan de Aguirre revela el lado oscuro de la náutica que se opone a cómo su sobrino se ganaba la vida. Aquellas historias de bravos lobos de mar se disiparon en el humo de los barcos de vapor.

Pío Baroja

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