El menosprecio a la Humanidad

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El forastero misteriosoUn visitante sobrenatural menosprecia la condición humana en El forastero misterioso (The Mysterious Stranger, Harper & Brothers, Nueva York, 1916), traducido por Doris Rolfe, de Mark Twain desde un punto de vista externo al no formar parte de la misma. Él se presenta como Satanás, nombre que elige en honor a su tío, lo cual ya indica su condición de ser angelical con poderes mágicos que puede facilitar o no la vida de los mortales. Este viajero aterriza en una aldea de Austria en 1590 donde abunda la caza de brujas así como la importancia que tienen las apariencias sobre la realidad para los aldeanos. Bajo este contexto, Theodor Fischer, Nikolas Bauman y Seppi Wohlmeyer son tres niños a los que se le aparece el sobrino de Lucifer con sus habilidades extraordinarias. La admiración que sienten hacia este singular personaje hará que este los visite haciendo gala de sus poderes fantásticos a la vez que muestra su magia y juzga algunos aspectos del ser humano al que considera inferior a las bestias.

Theodor Fischer narra cómo conoció a Satanás y los prodigios que este mostró en la aldea del chico para bien o para mal. Él, al ser un ángel, no le da valor a la moral ni comprende la importancia de la vida humana que es efímera en comparación a la suya. Por ejemplo, una de sus primeras proezas en la obra consiste en crear personas pequeñas que poseen las virtudes y los vicios de los humanos, siendo estos últimos los que provocan que Satanás los aplaste en presencia de los tres muchachos, ya que estas personas en miniatura discuten y pelean entre ellos. En lugar de justificar el asesinato, él continúa contándole a los tres amigos qué edad tiene y los lugares que ha visitado durante miles de años, lo cual maravilla aún más al grupo. No importa lo que haga porque a ellos les fascina sea o no una buena acción. Cuando usa sus poderes para mejorar la vida de los paisanos de Theodor, suceden hechos inexplicables que los aldeanos señalan como brujería.

La relación entre lo esotérico y lo religioso impregna la novela debido a que los habitantes del pueblo de Theodor son devotos religiosos que se lanzan ante los sospechosos de practicar artes oscuras como era habitual en la época en la que está ambientado el texto. El temor a la magia hace que las personas cometan barbaridades hacia los individuos que creen que han hecho pactos con el Diablo y que, según su razonamiento, insultan la fe cristiana. A ojos de Satanás, este tipo de persecuciones son un rasgo puramente humano que algunos aplican sobre quienes quieren castigar sin importar si son inocentes o culpables. El forastero, partiendo de la sátira, añade que estas acciones responden a actos de hipocresía sobre la moral humana que tiene como base el fanatismo religioso y una animadversión hacia lo desconocido. En cambio, cuando él les muestra su poder no lo atacan porque están influenciados por su presencia angelical que desvanece los malos pensamientos, lo cual refuerza la falsedad de estos individuos en cómo reaccionan ante lo sobrenatural.

Theodor Fischer es una voz narrativa que cuenta lo sucedido con Satanás como si fueran hechos magníficos realizados por un ser prodigioso. Su inocencia infantil refuerza los comentarios negativos que el viajero lanza contra los humanos, lo cual remarca la denuncia contra estos. Por ello, la ingenuidad de Theodor junto a su admiración por las proezas del sobrino de Luzbel hace que los parlamentos de este personaje angelical sean el eje del relato, dejando en segundo plano la rutina diaria de Theodor y sus amigos.

En clave satírica, El forastero misterioso es una crítica hacia la Humanidad que está focalizada en el punto de vista externo del ángel Satanás quien, debido a su condición de ser sobrenatural, examina las acciones de los habitantes del pueblo de Theodor así como los de todo el género humano. La caza de brujas le sirve para ejemplificar la maldad que habita en las personas y que sorprende al pequeño Theodor.

Mark Twain

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