Traición y muerte entre las sombras

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47800592La gente miente y rompe la confianza depositada en ella. Cuando esto sucede, se convierten en traidores. Beltenebros (Seix Barral, 1989), tercera novela de Antonio Muñoz Molina (Jaén, 1956), es una obra de intrigas, medias verdades, persecuciones y balas ambientada en la posguerra española. Darman, aunque lleve años viviendo retirado en Brighton, acude a una reunión con una organización secreta española en Florencia donde recibe el encargo de ejecutar a Roldán Andrade por haberles traicionado. Acabar con su nuevo objetivo, Andrade, le recordará cuando acabó con Walter, otro individuo desleal al grupo al que pertenecía Darman. Las dos cacerías que efectúa se manifiestan de forma fragmentaria y con paralelismos entre la de antes y la de ahora. Empieza a tener dudas sobre si merece la pena su cometido a la vez que se siente extraño consigo mismo provocando que la incertidumbre que le rodea haga irreconocible su reflejo en el espejo como si la imagen que imita su ser estuviese captando la imagen de otro.

Darman era bueno deshaciéndose de los opositores al grupo ideológico al que estaba afiliado. Obedecía órdenes y nunca hacía preguntas, lo cual le convertía en la máquina de matar perfecta. Tras abandonar este tipo de vida en la que acumuló varios cadáveres en su armario, se traslada a Brighton para llevar una vida apacible como librero y dejar atrás su pasado que vuelve como un fantasma. Durante los primeros años del franquismo sus cualidades para matar son requeridas para deshacerse de un sospechoso de haber engañado a la entidad a la que era afín. Para ello, le facilitan una fotografía del sujeto y la localización de este que se encuentra en Madrid donde él terminó con Walter hace años por el mismo motivo por el que tendrá que liquidar a Andrade. Cada paso que Darman da para completar con su tarea despierta recuerdos fragmentarios de cuándo perseguía a Walter.

Darman quiere terminar pronto su tarea y volver a casa para seguir alejado de la red oscura a la que ha vuelto. Regresar a sus viejos hábitos despierta fotogramas de la persecución que le hizo a Walter que van desarrollándose de forma semejante al seguimiento que le hace al escurridizo Andrade que ha huido del almacén de paredes de ladrillo rojo en el que se suponía que debería estar. Debido a motivos que el cazador desconoce, su actual presa se le escurre cuánto más se aproxima a ella, lo cual conlleva a que su mente siga rescatando imágenes, lugares y personas que reaparecen en el presente transmutados pero manteniendo la esencia de lo que fue. Un ejemplo de ello es Rebeca Osorio, pseudónimo de una mujer enigmática, que mecanografiaba novelas con claves ocultas durante la guerra mientras que ahora trabaja para la misma organización que Darman quien está intrigado por esta mujer enigmática que frecuenta edificios bañados en penumbras.

El rastreo que lleva a cabo Darman hacia Walter transcurre en espacios lúgubres donde habitan seres misteriosos que trabajan desde la oscuridad. La clandestinidad con que operan estas personas, incluyendo a Darman, suceden en noches cerradas, las cuales enfatizan sus turbias acciones. Durante la búsqueda de Andrade, Darman observa a tipos escondidos en rincones donde su silueta se funde con la negrura que lo cubre como espectador de conversaciones ajenas. Estos descubrimientos le sirven como pista para continuar con su labor así como para desentrañar la trama secreta que sólo será revelada por la luz de la verdad. Poco a poco, el cazador se cuestiona la culpabilidad de su presa porque cabría la posibilidad de que los que fueron sus compañeros vean a Darman como una amenaza equiparable a Walter o a Andrade. Esta duda hace que se compare con ellos alargando así el final de una misión que no quiere ejecutar. Mientras la lleva a cabo, ya no se reconoce a sí mismo y se siente extraño en su propio cuerpo.

Las retrospectivas que tiene de cuando iba a por Walter le recuerdan que ya no es la marioneta de los que preparan planes en la sombra porque esa vida la dejó hace veinte años. Ahora su rutina diaria transcurre aburrida pero apacible como la que refleja la fotografía que le dieron de Andrade donde este aparece en el Mar Negro. Esta imagen se acerca más a cómo es Darman en la actualidad a cómo quieren los otros que vuelva a ser. En este sentido, se da un juego de espejos translucidos en este personaje respecto a su identidad, puesto que no se siente él mismo cuando retoma los hábitos del pasado. En cambio, el que urde toda la operación es un hombre que habita las tinieblas cuya figura sólo se dibuja por el brillo de su cigarrillo encendido. Nadie conoce el rostro de este fumador ni existen registros sobre su existencia, lo cual hace que proyecte una imagen borrosa en los demás. Si Darman quiere liberarse de los lazos que le atan a sus antiguos compañeros, deberá tratar con este sujeto lejos de la opacidad desde donde gobierna. Por ello, este tipo siniestro carece reflejo en un espejo debido a que rehúye actuar a plena luz del día.

En buena medida, la intriga y el suspense de la obra se consiguen a través de personajes ambiguos cuyas intenciones se van desvelando a cuenta gotas. Sin embargo, gran parte de la responsabilidad de que se mantenga la expectación sobre el desarrollo de la trama recae en una narración centrada más en la descripción del entorno que en la acción narrativa, lo cual ralentiza los acontecimientos de la novela mientras la mayoría de estos permanecen en las sombras. En el momento en que estos se van aclarando la trama se acelera para desvelar lo oculto sin que desaparezcan los saltos temporales entre el pasado y el presente y la proyección que tiene el primero en las decisiones de Darman respecto a lo que concierne a la misión que está llevando a cabo a regañadientes.

En Beltenebros, volver a las andadas hará que Darman se reencuentre con la vida que dejó atrás en rincones oscuros de Madrid que frecuentan personajes ambiguos antes y ahora. Rodeado de secretismo durante el transcurso de su encargo, Darman seguirá el rastro de su objetivo que le llevará por caminos tenebrosos y le alejará de la tranquilidad a la que se había acostumbrado en tierras inglesas.

Antonio Muñoz Molina

Antonio Muñoz Molina

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